En Valencia tenemos la inmensa suerte de contar con un
arquitecto excelente que ha llenado nuestra ciudad de edificios conscientes de su condición urbana.
Por supuesto, no estoy hablando de Santiago Calatrava, cuyas
naves espaciales vuelan de ciudad en ciudad sin tenerse que preocupar de donde
aterrizan, (todavía estoy buscando el acceso del Museo Príncipe Felipe).
Estoy hablando de un maestro suyo y nuestro, Antonio Escario.