Hay una plaga que se va extendiendo por todas las ciudades del mundo y tiene difícil control si no se ponen de acuerdo ciudadanos, administración y empresas. Las calles se han convertido en un campo de batalla por colocar su mensaje por encima de el de los demás. Hay que superar al resto de anunciantes en tamaño, o en atractivo, o como sea. Pero, ¿que legitimidad tienen para utilizar un bien público, la calle, y obligarnos a ver su mensaje?
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Edificios publicitarios en pleno centro de Valencia / MIXURO |